¿Te ha pasado alguna vez que vas a una cita después de haber tenido un día de perros? todo tu cuerpo quiere expresar ese enfado que lleva dentro. Tu cita te espera y empezáis a charlar – ¡Oh Dios! Es la persona perfecta ¿Cómo puede ser que no os hayáis conocido antes?- Pero sin darte cuenta transmites ese “mal rollo” que llevas dentro con tu comunicación no verbal, porque tienes el peor jefe de la historia, y eso es un hecho, para nada es culpa tuya. La otra persona simplemente observa y capta una actitud negativa, los nervios a flor de piel, algo de tensión en tu forma de expresarte… lo normal es que interprete que no estás a gusto a su lado.
Si no tienes un buen día es mejor que lo compartas con la otra persona
En estos casos es mucho mejor ser natural y decir claramente que no es nuestro mejor momento, la cita nos ha encantado, nos parece alguien muy interesante y esperamos que en un segundo encuentro las circunstancias sean mejores y que la comunicación no verbal acompañe nuestros sentimientos hacia esta persona.
A veces nos pasa, sin darnos cuenta, que decimos con palabras una cosa y expresamos otra distinta con nuestro lenguaje no verbal. Y es que, el lenguaje no verbal nunca miente, pero en ocasiones la otra persona lo puede interpretar de forma errónea. Y es que cuando uno está decidido a encontrar al amor de su vida, hay ciertas cosas que es mejor no dejar en manos del azar.